«MELÓN» DICE:
Por: Luís Ángel Silva “Melón” (Ciudad de México)
Publicamos con beneplácito la colaboración del Maestro Melón y su recuento sobre la época dorada del Son, en el cual ha tenido un papel protagónico.
Para empezar, gracias, Juan Carlos, por tenerme en cuenta. Por desgracia no puedo cumplir con tu petición acerca de las orquestas de “salsa” de los años setenta por encontrarme en «territorio pecoso» (léase, Estados Unidos) en ese tiempo. Pero, te diré que pocos días antes de salir de mi patria, asistí al debut de La Libertad en el bar Rondinella del Hotel Alfer, que se derrumbó por el sismo ocurrido en 1985.
Con enorme gusto disfruté de su actuación, ya que eran soneros jóvenes bajo la dirección de Armando Gallegos, que había trabajado con este servidor durante algún tiempo. Al Grupo Sabor nunca lo escuché, por lo tanto, no puedo hablar con amplitud de lo que me pides, pero a cambio te puedo decir que de 1945 a 1954 hubo en México una etapa que los viejos de la comarca califican como la época de oro del son cubano en México, la cual disfruté en parte porque mi trayectoria sonera se inició en 1949. Aquí se encontraban figuras de liga mayor.
Antes de mi iniciación, ya estaba enamorado de lo que considero es la expresión musical más bella que conozco, la cual amo profundamente, respeto y trato de interpretar con la mayor propiedad a mi alcance. Tuve la oportunidad de gozar con la calidad de Miguelito Valdés, Beny Moré, Kiko Mendive, Vicentico Valdés, Antar Daly, nombres de los más populares. Así como abrevar de la sapiencia de Mariano Oxamendi, Andresito Mucha Trampa, Eduardo Periquet, Humberto Cané, Yeyo Tamayo, Clemente Piquer Chicho y otros más, muchos más, que dejaron escuela para que muchos soneros mexicanos brillaran con luz propia.
Puedo decirte con toda honestidad que el ambiente sonero que encontré en mis principios era como una selva: había leones, tigres, pumas y panteras. Lo mismo cubanos que mexicanos destilaban calidad en grado superlativo. En México había grupos que sonaban de manera extraordinaria y con la llegada de Pérez Prado y su mambo, aumentó el auge de la música con jícamo, como dijo Arsenio, ¡de una manera espantosa!
Créeme que al recordar lo que viví, me envuelve la nostalgia de tal manera que no me da pena confesarte que estoy al borde de las lágrimas. En ese tiempo había salones de baile donde por una cantidad irrisoria podías escuchar y bailar con las orquestas de Arturo Núñez, conocido como el Caballero Antillano, cuyos cantantes eran Beny Moré y Lalo Montané, éste último de Tlalixcoyan, Veracruz, dueño de una calidad fuera de serie, al cual considero orgullo de mi país.
La otra orquesta era la de Chucho Rodríguez, y Tony Camargo el cantante, que ustedes en Colombia lo deben recordar gratamente. Estas orquestas fueron un atractivo sensacional y protagonistas de encuentros de antología cuando las empresas las presentaban mano a mano, sobre todo en el Centro Social Oaxaqueño y en el Swing Club.
Por otra parte, grupos como el Son Clave de Oro, Conjunto Veracruz, Diablos del Trópico, Río Rosa de Eduardo Periquet, Guajiros del Caribe, Ases del Mambo, Heriberto Pino, Tropical Faja de Oro, llenaban de saoco los cabarets del D.F., haciendo las delicias del público adicto a la música con salsa.
Observa que dije música con salsa porque para mí la salsa no existe como ritmo específico, la defino como estado de ánimo, sinónimo de sabor, saoco, jícamo, es más, puede ser una época, pero no un ritmo. Respeto la opinión en contrario, pero no la comparto porque lo que llaman salsa tiene guajeo, tumbao, cáscara, mambo, etcétera, más aun la clave a la cual hay que respetar, aunque muchos se resisten a hacerlo. Lo antes mencionado se ha hecho desde «sécula seculorum».
No puedo dejar en el tintero los nombres de soneros mexicanos que merecen mi admiración y respeto y, por supuesto, dejaron huella en este, tu yeneka, así como recuerdo inolvidable por lo que me hicieron gozar, tanto escuchándolos o compartiendo tarima en los conjuntos y orquestas en que tuve oportunidad de formar parte. Mil perdones a los que por culpa del alka-seltzer (alzheimer) omití:
Pianistas: Luis González Pérez, Luis Cachimba Lozano, Toño Espino, Pepe Bustos, Memo Salamanca, Daniel de la Vega, Alvaro Gomora y Mauro Enrique Chávez Gallina.
Trompetistas: César Molina, Agapito Silva, Eduardo Periquet, Antonio Mezcallila, Chino Jaimes, Aurelio Cedillo, Manolo Osorno, Daniel Mulato Flores y Roberto Tierno Velázquez.
Bajistas: Fernando Jarocho Sandoval, Roberto Chiquis Valadez, Felipe Chía, Víctor Vitillo Ruiz Pasos y Chencho Paredes Guzmán.
Percusionistas: Angel Chamaco Donís, Armando Rango Hidalgo, Javier Morado Collins, Mario Cholito González, Pablo Zamora Peregrino, José Bonilla Carioca y Juan Chía.
Cantantes: Mario Chato Flores, Panchito Morales, Eduardo Lara, Nacho Cabezón Téllez, Julio del Razo y Mario Robledo.
Espero no haberte aburrido y como siempre que te destroce la dicha y te atropelle la felicidad.
¡Vale! Luis Angel Silva «Melón»
P.D. En Puebla hubo uno de tantos grupos Veracruz que contó con Cheo Marquetti, que fue extraordinario, y en Veracruz el conjunto Anacaona y otro Veracruz, muy buenos ambos.
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