DÁMASO PÉREZ PRADO
Por: Alberto Burgos Herrera – Publicado 2006
Dámaso Pérez Prado nació en la ciudad de Matanzas, Cuba, el 11 de diciembre de 1917. Su padre, Pablo Pérez era un vendedor de acciones en un periódico; su madre, Sara Prado, era maestra y directora en la Escuela Primaria Nro 17 de Matanzas.
Don Pablo, que se oponía a las tendencias musicales de Dámaso, falleció cuando éste era un jovencito; ahí es cuando Pérez Prado trabaja como ayudante de sastrería e ingresa a un conjunto musical llamado Los Matanceros. Luego comenzó a estudiar piano clásico en la academia de María Angulo y después lo hizo con el profesor Rafael Somavilla.
Es de anotar que este proyecto de músico llamado Dámaso Pérez Prado, llegó a cursar un año de medicina, pero luego dejó todo por la música.
En 1940, buscando nuevas oportunidades llegó a la Habana e inició actuaciones en el Cabaret Pensylvania, donde le pagaban por tocar el piano $ 1.45 por noche. En ese entonces también comenzó a hacer arreglos musicales a razón de $ 2 cada uno.
Posteriormente Pérez Prado trabajó como pianista en la Orquesta de Paulina Álvarez y luego colaboró en otro cabaret llamado El Kursal.
En esos días se encontró con una de las figuras grandes de la canción en Cuba en aquellos tiempos, el cotizado Orlando Guerra “Cascarita”; Pérez Prado hizo arreglos para este cantante, quien se los enseñó a Liduvino Pereira, director de la gran orquesta cubana Casino de la Playa…y a los pocos días Dámaso era el pianista de esta fabulosa agrupación.
La primera orquesta propia que tuvo Pérez Prado, la formó en la Habana, con la colaboración incluso del propio Cascarita y otros músicos de la Casino de la Playa.
Con su primera agrupación grabó temas como Kuba Mambo, Rica , Kon Toma, Agony, Saca la mano, Habana, Candela y otras. En esas melodías ya estaba el mambo, pero los empresarios cubanos consideraron que sus arreglos eran muy modernos y poco comerciales.
En 1949, le hizo unos arreglos a un paisano suyo que gozaba de fama continental: Kiko Mendive. Este quedó tan satisfecho que le dijo a Pérez Prado:
-Chico; tu pierdes el tiempo aquí en Cuba; tienes que irte a Méjico…allá está tu futuro; mira Dámaso, allí hay mucho cine, una vida nocturna maravillosa, la radiodifusión mejicana es extraordinaria y además nos tienes a nosotros, tus paisanos; así que tu futuro está en Méjico.
Posteriormente Pérez Prado comentaba que había salido de Cuba, no por necesidad o buscando futuro, sino por discriminación racial; y se quejaba de que todo extranjero que quería triunfar en el continente, solo necesitaba triunfar en Cuba; en cambio el cubano que quería triunfar, tenía que salirse de su país.
Pérez Prado llegó a Méjico en 1949 y Kiko Mendive le presentó a la vedette cubana Ninón Sevilla, quien hospedó a Dámaso en su propia casa.
El maestro primero observó el ambiente farandulero de ciudad de Méjico y luego se dio a la tarea de formar su maravillosa orquesta. En esta agrupación figuraron Modesto Duran en la tumbadora, pero también estaban como percusionistas Aurelio Tamayo y Clemente Piquero; fueron trompetistas Chilo Morán, José Solís y Guadalupe Montes y además la orquesta contaba con un grupo de bailarines comandado por la sensacional coreógrafa Chello de la Rue.
El debut de la orquesta de Pérez Prado en Méjico, fue el 8 de abril de 1950, sábado de gloria y también sábado de gloria para Pérez Prado, pues ese día oficialmente apareció el mambo en el teatro Follies Bergere de la capital azteca. Posteriormente esta maravillosa orquesta actuó en el Salón Brasil y el triunfo fue tan grande, que el propio Pérez Prado comentaba:
-Esa noche la gente se enloqueció, me felicitaban, me besaban, me jalaban y querían romperme el único vestidito que tenía.
Luego Pérez Prado y su orquesta son presentados ante los micrófonos de la sala de grabación de la disquera RCA Víctor; allí grabaron un tema titulado José y Macame, el cual enviaron a la casa matriz en Nueva York. La respuesta de los disqueros gringos fue:
-Ese señor cubano está muy adelantado musicalmente; pero díganle que debe hacer cosas más comerciales.
Entonces la orquesta graba dos números, que como decía él, “fue los que abrieron la brecha”: Que rico el mambo y Mambo Nro 5, después aparecieron: Mambo Nro 8, El Ruletero, Lupita, Ni hablar, Mambo Universitario, La Chula linda y muchísimos otros.
Pérez Prado se apoyó en algunos trabajos hechos por músicos como Orestes López, René Hernández, Bebo Valdez y Arsenio Rodríguez; pero a esas bases les dio un giro total, tan supremamente grande, que los mambos de Pérez Prado en nada se parecen al danzón mambo creado por Orestes López en 1938, ni a los experimentos de los otros compositores; y lo hecho por Pérez Prado, es lo que el mundo tiene en mente como mambo, así este termino hubiese sido utilizado musicalmente muchos años atrás.
Las primeras grabaciones de Pérez Prado con su orquesta, en Méjico, fueron hechas con 5 saxofones, en lugar de dos como era la costumbre; con 5 trompetas, en lugar de 2 o 3 como era la costumbre; con 1 o 2 trombones, con 3 tumbadoras, con batería norteamericana, con platillos al aire y unos bongoseros maravillosos. Se hicieron con alta fidelidad, con cámara de eco, en estudios especiales y sobre todo con los extraordinarios y maravillosos arreglos de ese genio de la música mundial llamado Pérez Prado.
Dámaso comenzó a hacer unos arreglos que sorprendían tanto a músicos como a escuchas; y utilizó una percusión cubanísima tremenda, unos saxofones únicos hasta ese momento en la música americana, y unas trompetas que subían a tonalidades alarmantes y solo escuchadas en su orquesta; que quede bien claro que su estilo es latino, que no lo sacó del jazz, pues recordemos que Pérez Prado nació entre música, ya que en su tierra, Matanzas, se inventaron; el danzón, la rumba, y el danzonete.
Pérez Prado, además del piano tocaba saxofón, algo de trompeta, batería, bajo y tumbadora; y una cosa prodigiosa en él era su facilidad para componer; pues le componía una melodía a cualquier motivo o personalidad en un momento y él mismo decía:
-Yo puedo hacer un mambo o cualquier canción en cuatro minutos.
Claro que Pérez Prado hizo también obras sinfónicas como La suite de las Americas, o extensas como su Concierto de Bongó.
En 1951 Dámaso Pérez Prado, vendió cuatro millones de copias de su Que rico el mambo. En 1955, vendió cinco millones de discos con la interpretación que hizo de Patricia, que posteriormente fue escuchada en la película La Dolce Vita de Federico Fellini.
El éxito del mambo fue tan grande que en 1951 el Obispo de Culiacán, Méjico, lo prohibió porque “ya sabemos los movimientos que tiene”. En ese mismo año el Arzobispo Primado de Lima Gualberto Guevara lo mandó al infierno y dijo:
-¡Se condenará quien baile al compás del mambo!
Y a los ocho días Pérez Prado compuso una melodía titulada precisamente Al compás del mambo. En 1952, Miguel Ángel Builes, Obispo de Santa Rosa de Osos en Antioquia, Colombia, anunciaba la excomunión para todos los practicantes del mambo.
Pero estos lamentos de la iglesia, la sociedad y los rezanderos, solo sirvieron para que se promoviera más el mambo y para que su creador, Pérez Prado, fuera todavía más grande.
De este modo es como se inicia la vida del Rey del mambo, del “carefoca”, de uno de los genios de la música mundial: Dámaso Pérez Prado.
El autor es medico e investigador musical, locutor y escritor de libros como “Antioquia Bailaba Así”, “La música parrandera paisa”,”Naci en este barrio tan lindo (Robledo)”, ”Duetos y Trios del viejo Medellín”.
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