LAS ANÉCDOTAS DE «MELÓN»
Por Luis Ángel Silva “Melón” (Ciudad de Mexico) 2009
Desde Ciudad de México nos escribe Don Luis Ángel Silva “Melón” el gran sonero mexicano nos cuenta una de sus anécdotas…disfrútela
Señor Juan Carlos Ángel (director de la Revista “El Sonero de Barrio”)
Mi querido asere, monina, bonkó, enkrúkoro, bonecue, iyamba:
Me dio mucho gusto recibir tu emilio (email) porque pensé que no te habían gustado mis comentarios y estabas molesto con éste “tu servilleta”. Por lo tanto, te pido que me hagas saber si recibiste estas líneas a la brevedad posible, así mismo espero las revistas. Marcos Salazar te dará mi número telefónico.
Ahora sí, “a lo que truje Chencha”, o lo que es lo mismo, entremos en materia, así que va de anécdota, mi nagüe.
Sin vanidad, ni jactancia, puedo decirte que he tenido la suerte de estar en el lugar preciso, a la hora exacta y esto que voy a relatar para mi vale un Potosí, sin duda uno de mis recuerdos más preciados.
Sucedió en un cabaret ya desaparecido llamado Bremen, más o menos en 1950. Este servidor trabajó en ese lugar en 1949 y solía frecuentarlo para darme el gusto de escuchar a Cheo Marquetti que después de una temporada exitosa en Puebla, hizo del Bremen su cuartel general, inundándolo noche a noche de jícamo y saoco, dando cátedra del buen son, que sin duda fue tremendo exponente ¡sí, que sí!
El sitio cerraba sus puertas a las seis de la mañana, pero faltando 15 minutos para la hora, el portero (un exboxeador) empezaba a bajar la cortina metálica, mientras el grupo que acompañaba a Cheo se disponía a interpretar la última de esa noche. En eso, una voz pedía desde la entrada “Guajira en la era”, que no era otra más que La Guantanamera, mientras apresuradamente se dirigía a la tarima.
Este, tu enkobio, no daba crédito a lo que estaba pasando. Busqué acomodo cerca de lo que fue el escenario de la controversia más impresionante que haya presenciado y me dispuse, como dijo Arsenio, a gozar de una manera espantosa.
Aquella voz que pedía Guajira en la era, ni más ni menos, que la de Beny Moré, así que Cheo se dirigió al pianista y le dijo, “Ramoncito, vamos a complacer al caballero. Por favor, Guantanamera en la”. En esa controversia no aparecieron los versos de José Martí, fue repentismo en grado superlativo de dos bates de liga mayor.
Cheo Marquetti, como cantor local, le dio la bienvenida a Moré tirándole flores, para que Beny en su turno agradeciera y devolviera con categoría y caballerosidad aquel recibimiento. Siguieron en esa tónica un gran rato hasta que decidieron buscar un tema específico. Así que le cantaron a las niñas de la noche que alegraban el lugar, a los soneros que les acompañaban, así como el dueño del Bremen, que al salir de su oficina a ver qué causaba los gritos y aplausos de cada intervención de tan extraordinarios cantores, ordenó el cierre inmediato de la cortina y tragos para los que nos encontrábamos en el sitio.
La controversia no tenía para cuando terminar. Los temas surgían uno tras otro y su desarrollo envuelto en originalidad, calidad y buen gusto, me proporcionaron no sólo aprendizaje, sino una admiración imperecedera para dos soneros en toda la extensión de la palabra. Para acabar pronto, ¡de lo que ya no hay!
Espero no haberte aburrido con mis recuerdos y por favor no tardes en contestar. ¡Trata de ser feliz! Ah, cuando salí del Bremen eran cerca de las nueve de la mañana. ¡Vale!
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